martes, 25 de agosto de 2015

Crisis de Pánico - Qué es y Cómo enfrentarla

En este trastorno la información es la mejor prevención. Conocer qué es el pánico, cómo se puede controlar y, de esta manera, perderle el miedo, es el primer y principal paso para superar una crisis de este tipo.

¿Qué es una crisis de pánico?


La ansiedad es una emoción natural que permite que llevemos a cabo una conducta de afrontamiento eficaz ante las situaciones que valoramos como peligrosas. Cuando la ansiedad excede en frecuencia, intensidad o duración deja de ser adaptativa para convertirse en un problema. Esto es lo que ocurre con las crisis de pánico, también denominadas crisis de ansiedad o crisis de angustia, donde la persona experimenta elevados niveles de ansiedad tan intensos que le llegan incluso a “aterran”.
Al igual que la mayoría de los problemas emocionales, las crisis de pánico afectan en mayor medida a las mujeres que a los hombres y constituyen del 3-8% de las consultas en Atención Primaria (Katon W, 2006).
En este trastorno, más que en ningún otro, la información es la mejor prevención. Conocer qué es el pánico, cómo se puede controlar y, de esta manera, perderle el miedo, es el primer y principal paso para superar el problema.

Síntomas de una crisis de pánico


Las crisis de pánico son episodios que, en un primer momento, son inesperados y no se asocian a ninguna situación concreta. En ellos aparece de forma temporal y aislada miedo o malestar intenso acompañado de cuatro o más de los siguientes síntomas, que se inician de forma brusca y alcanzan su máxima expresión en los diez primeros minutos (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DMS-IV-TR, 2002)):
  • Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
  • Sudoración.
  • Temblores o sacudidas.
  • Sensación de ahogo o falta de aliento.
  • Sensación de atragantarse.
  • Opresión o malestar torácico.
  • Náuseas o molestias abdominales.
  • Inestabilidad, mareo o desmayo.
  • Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
  • Miedo a perder el control o volverse loco.
  • Miedo a morir.
  • Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
  • Escalofríos o sofocaciones.
La vivencia de una crisis de pánico es un hecho altamente desagradable. Por ello, a muchos pacientes les aterra el hecho de que la crisis vuelva a aparecer afirmando que sufren “miedo al miedo”.

Factores de riesgo de las crisis de pánico


No podemos hablar de un solo factor de riesgo para el padecimiento de las crisis de pánico. El principal de ellos tiene que ver con una sobrecarga de los niveles de ansiedad que sufre el paciente lo que se asocia con el incremento de un neurotransmisor denominado adrenalina. ¿Por qué se produce dicho incremento? La respuesta a esta pregunta es variada y muchas veces su exactitud se basa en la interacción de varias de las siguientes:
  • Un elevado rasgo de ansiedad: las personas que tienden a interpretar un mayor número de situaciones como peligrosas o amenazantes tienen una mayor probabilidad de sufrir estos episodios.
  • Un error a la hora de interpretar las señales que le llegan de su propio cuerpo: hay personas que son muy sensibles e interpretan de manera muy alarmista determinadas señales biológicas como el ritmo cardiaco o la frecuencia respiratoria. Cuando sienten un cambio en alguno de ellos lo interpretan como amenazante desarrollando el círculo del pánico a partir de una activación del Sistema Nervioso Autónomo Simpático.
  • Factores genéticos: existe una incidencia ocho veces mayor que la población general en aquellos pacientes cuyos familiares de primer grado presentan este problema.
  • El consumo de sustancias que pueden alterar nuestro sistema nervioso: altas dosis de cafeína, consumo de estimulantes, etcétera. También el síndrome de abstinencia de algunas sustancias (alcoholtabaco…) puede dar lugar a estos episodios.
  • Padecimiento de algunas enfermedades: hipertiroidismo e hipotiroidismoarritmias y otras.

Diagnóstico de una crisis de pánico


Algunas personas experimentan crisis de pánico de forma frecuente presentando miedo o inquietud ante la posible repetición de la misma o por las consecuencias que las crisis pudieran tener para la salud. Cuando esto es así, y no es debido a ninguna enfermedad médica o consumo de sustancias, se considera que la persona ha desarrollado un trastorno de angustia.
Este problema de ansiedad produce cambios significativos en la vida del paciente. El principal de todos, tiene que ver con el hecho de que la persona evita o soporta con un alto nivel de malestar situaciones donde si aparece la crisis de pánico resulta difícil o embarazoso escapar o bien puede no disponer de ayuda.
Este hecho ocurre en la gran mayoría de los pacientes con trastorno de pánico. Cuando esto ocurre, se considera que además del diagnóstico anterior la persona ha desarrollado agorafobia. Entre las situaciones típicamente agorafóbicas se encuentran estar solo fuera de casa, viajar en metro/tren/avión, ir a lugares donde hay mucha gente (por ejemplo centros comerciales, conciertos, restaurantes) o alejarse de zonas de seguridad (ir a la montaña donde puede no haber un hospital cerca, etcétera).

Tratamiento de una crisis de ansiedad


Debido al riesgo de complicación con agorafobia, y la consiguiente limitación de la vida cotidiana del paciente, es aconsejable que reciba tratamiento psicológico antes de que el trastorno limite su vida. Los tratamientos psicológicos más eficaces y breves para las crisis de pánico son los que siguen un enfoque cognitivo-conductual. Estos tratamientos, aplicados por psicólogos especialistas en problemas de ansiedad, se basan en enseñar al paciente diferentes estrategias para ayudarle a controlar las crisis de pánico, reducirlas hasta que desaparezcan y enseñarle a afrontar situaciones temidas.
En algunos casos, el tratamiento psicológico debe combinarse con tratamiento farmacológico, que debe ser indicado por un psiquiatra. Los fármacos habitualmente usados para tratar las crisis de pánico son algunos tipos de antidepresivos (frecuentemente ISRS) y benzodiacepinas. Siempre deben hacerse bajo prescripción médica y siguiendo las indicaciones de este especialista.

¿Qué hago si me da una crisis de pánico?


Seguir una vida tranquila y sin grandes dosis de estrés es la mejor forma de prevenir las crisis de pánico. A pesar de que una persona tenga factores de riesgo genéticos, estos pueden amortiguarse siguiendo un estilo de vida adecuado sin consumo de sustancias estimulantes.
Si aún así comienzas a experimentar una crisis de pánico es muy importante que no “dejes cundir el pánico” y comiences a respirar de forma lenta y abdominal. Si controlas tu respiración y al mismo tiempo te dices a ti mismo “estos síntomas son debidos a la ansiedad y pasarán en unos minutos” la crisis no irá a más. Puedes ayudarte también respirando con una bolsa; suelta el aire dentro de la misma y a su vez inspira ese mismo aire. De esta forma reducirás la hiperventilación que en muchos casos es la sensación más angustiosa de las crisis de pánico.

martes, 4 de agosto de 2015

¿Por qué no podemos dejar de cantar ciertas melodías? (Neurociencias)

"En nuestros experimentos, hemos visto que es fácil iniciar y manipular ciclos de canciones invasivas. En ese sentido, la música podría proporcionar una buena herramienta para examinar por qué aparecen determinados pensamientExtraído desde: www.diariocorreo.pe

Existen canciones que no sabemos porqué no podemos dejar de cantar. El fenómeno es muy común. la canción se repite insistentemente, el caso es que no puede sacársela de la cabeza.
"Es como si la mente actuara como un disco rayado, repitiendo la misma canción una y otra vez", resumen los autores de un trabajo que ha analizado a fondo los mecanismos que están detrás de este curioso comportamiento.
A través de varias investigaciones, estos investigadores, miembros del Departamento de Psicología de la Western Washington University (EEUU), han desvelado algunas claves que contradicen muchas creencias generalizadas. Como por ejemplo, el mito de que las canciones más repetitivas y con peor calidad son las que antes se agarran a nuestras neuronas. "Al contrario de la suposición que asegura que sólo las canciones más odiosas se graban, nosotros hemos visto que son las canciones que la gente conoce y que a la gente le gustan las que más frecuentemente se vuelven invasivas", señalan los autores en la revista 'Applied Cognitive Psychology'.
Este mito, aclaran los autores, puede deberse a un sesgo de la memoria. "Es posible que las canciones invasivas negativas se recuerden más", subrayan. Los científicos también han comprobado que cuanta más música se escuche, más posibilidades hay de quedarse 'enganchado' de una canción y que, a menudo, los estribillos repetidos en la mente siguen 'pistas' determinadas.
"Por ejemplo, escuchar una palabra que forme parte de la letra de una canción, puede traer el tema a la mente" y que el círculo de repeticiones empiece, señalan los investigadores.
Asimismo, si una persona continúa cantando mentalmente una canción que acaba de escuchar, las probabilidades de que esa melodía vuelva a su cabeza en las siguientes 24 horas aumentan significativamente.
Música y pensamiento
Por otro lado, en su análisis los investigadores también han comprobado que las canciones que se instalan en el cerebro comparten muchas características con las divagaciones del pensamiento.
Por un lado, aseguran, tienden a aparecer en mayor medida cuando el cerebro está inmerso en tareas que exigen un esfuerzo cognitivo bajo. "Cuando las personas están realizando actividades automáticas, fáciles o poco interesantes, con frecuencia su mente divaga", y lo mismo pasa con la música.
Pero, del mismo modo, las canciones repetitivas también suelen aparecer en los momentos en los que la mente se enfrenta a un desafío. Es decir, son más comunes cuando el cerebro está concentrado intentando encontrar una vía novedosa para solucionar una dificultad cognitiva.
Este descubrimiento, subrayan los investigadores en la revista médica, puede ser relevante para encontrar nuevas formas de frenar los pensamientos rumiativos comunes en las personas con problemas de ansiedad.
os no deseados y cómo controlar esos pensamientos", concluyen.

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EN LA MODERNIDAD

La Modernidad es una época compleja en la Historia de la Humanidad y del pensamiento en particular. Desde el siglo XII, con el surgimiento de la Escolástica y la relectura de la obra del filósofo Aristóteles, especialmente de su Lógica y Metafísica, se fueron creando grandes sistemas de pensamiento que intentaron reemplazar a los (religiosos) que venían dominando durante la Edad Media, marcadamente cristiana y neoplatónica. Y he aquí donde debemos ubicar el germen del “pensamiento moderno”.

El siglo XV trajo consigo la “revolución universal”, proveniente de muchos y diversos epicentros, y la puesta en crisis no solo el pensamiento medioeval y escolástico, sino de todos los antiguos paradigmas y a la Tradición en general. Los avances de la ciencia fueron responsables destacados en la crítica y revisión de los antiguos paradigmas de pensamientos. En éste tiempo, el hombre volvió sobre sí, dejando de lado la fe y las cosmovisiones religiosas, así como las tradicionales explicaciones cosmológicas, y se propuso reflexionar de un modo nuevo.

El Renacimiento y el Humanismo han sido dos fenómenos inmediatos del cambio de mentalidad que estaba padeciendo el “hombre nuevo”, moderno, y todo aquello que el hombre había adquirido con su esfuerzo intelectual y racional a lo largo de la historia comenzó a ponerse en tela de juicio y someterse a una severa crítica. Entonces, un escepticismo generalizado comenzó a impregnar todos los ámbitos de la vida del hombre –hasta la tierra, otrora firme, se volvió objeto de duda, pues la visión geocéntrica fue reemplazada por la heliocéntrica, y la teocéntrica fue superada por una antropocéntrica.

Todas las cosas, en estos tiempos modernos, se podrían explicar desde el hombre y su entendimiento y experiencia. El tema filosófico principal será ahora: el conocimiento (mismo) del hombre. En efecto, tantas concepciones se creyeron dogmáticamente durante siglos, tanto se impuso la “objetividad” y verdad de las cosas, más allá de la diversidad de matices, que, al parecer desmoronarse todo, hasta la misma posibilidad de conocimiento del hombre se volvió el centro de las críticas más mordaces. Por eso, “el problema del conocimiento” del hombre (su origen, alcance y esencia) será el tema central de la Filosofía moderna.

Como siempre, nos encontramos con distintos filósofos y distintas posturas, y también con filósofos antecedentes, entre los que se destacan el italiano Tomás de Aquino y el inglés Guillermo de Ockham, ambos pertenecientes, a su modo, a la Escolástica y con doctrinas opuestas. Tomás de Aquino fue quien reinterpretó toda la filosofía de Aristóteles, poniendo en el centro del escenario filosófico la doctrina del ser y la posibilidad de su conocimiento, a través del proceso de abstracción (cuyo puerto era la adquisición de la “esencia” universal de las cosas), y de su expresión, a través de la Lógica y el lenguaje. Por su parte, Ockham, negó la posibilidad de todo conocimiento universal y se limitó a considerar solamente lo singular concreto, recortando todo aquello que escapara a la razón, al tiempo que destacando la pobreza de las palabras para expresar adecuadamente las esencias de las cosas.

Evidentemente que el hombre, por su inteligencia y sus sentidos, conoce, pero qué es lo que conoce cuando hace experiencia (personal) de las cosas (exteriores a su sensibilidad). Y he aquí ya la presentación primera de los dos elementos fundamentales en todo acto de conocimiento: el objeto y el sujeto. Y también he aquí los elementos más discutidos. En efecto, en el resultado del proceso del conocimiento, ¿dónde termina el sujeto y comienza el objeto? O, dicho de otro modo, ¿qué es lo que existe, de modo verdaderamente objetivo?

Para algunos filósofos el resultado del proceso del conocimiento dependía de algunos conceptos (ideas) con las que el hombre había nacido (siendo, de éste modo, innatos). Pues el hombre no venía con el  “entendimiento vacío” (tal como afirmaban los empiristas, Locke y Hume), sino que estaba ya, desde el nacimiento, “esculpido por ciertas ideas” (y estos eran los racionalistas innatistas, entre los que se destacan Descartes y Leibniz). Y ésta primera distinción es la que refiere al origen o fundamento del conocimiento (considerado como realidad final y cierta). En efecto, casi todos los filósofos coinciden en que el conocimiento comienza por la sugerencia de los sentidos, pero para los racionalistas, con las “noticias sensoriales” (o datos de las percepciones) se pone en marcha a un conjunto de ideas que ya están en el entendimiento, y que no proceden de ninguna experiencia, que finalmente terminan edificando el conocimiento. Para los empiristas, en cambio, no hay nada en el entendimiento que no haya éste extraído de la experiencia, o que haya edificado inventado a partir de ella. El conocimiento es una realidad construida por la mente, pero su materia es íntegramente empírica. El entendimiento crea, construye, ordena, inventa, para ambos tipos de filósofos, pero la argamasa[1] es la que cambia. Mientras para los empiristas entendimiento y experiencia-de-los-sentidos-externos es la materia del conocimiento, para los racionalistas se edifica el conocimiento en un diálogo recíproco entre ideas, datos sensoriales y la actividad de la mente o entendimiento.

Habrán, desde ya, autores que contradirán los pensamientos de los anteriormente expuestos, afirmando, la imposibilidad misma de cualquier clase de conocimiento (Nietzsche y algunos escépticos), por encontrarse objeto y sujeto en dos esferas completamente diferentes e inconciliables, al tiempo que incognoscibles de modo definitivo; aquellos que tratarán de conciliar el racionalismo con el empirismo, afirmando que existen cosas objetivas pero subjetivamente conocidas (Kant), y que la razón tiene ideas (con las que puede sintetizar los datos de la experiencia), aunque todo sus conocimientos procedan de la sensibilidad; y aquellos que, directamente, niegan toda realidad extra-mental, todo objeto-y-objetividad, afirmando que la existencia es tal en tanto y en cuanto “es percibida” por un espíritu (Berkeley).

Con los autores del “idealismo alemán” la filosofía moderna tradicional da otro vuelco importante. Trascendiendo el kantismo, la filosofía abandona el antiguo objeto fundamental de su reflexión, que es la cosa exterior (cosa en sí) u objeto de la conciencia, y se atreve a dar un giro radical. Los filósofos idealistas (J. G. Fichte, F. W. Schelling y G. W. F. Hegel) ya no consideran a la cosa en sí (o realidad objetiva) el objeto del conocimiento, sino que centran toda su atención en el sujeto consciente (o cognoscente) o yo (singular, finito, tal como se concibe al entendimiento humano) contingente.

El punto de partida de toda la filosofía idealista es la disolución de la distinción (Schelling) fundamental que hizo la gnoseología clásica entre el sujeto (o yo cognoscente) y objeto (o lo conocido). En efecto, el idealismo pasa de la admisión del yo (sujeto) y no-yo (objeto) a la identificación de uno y de otro en la conciencia, y ésta disolución (de los polos gnoseológicos) es posible gracias al ansia de superación que trajo consigo la mismísima noción de progreso universal.

La identificación de yo y no-yo (Fichte) tiene, para estos pensadores, una suerte de doble fundamento. Uno, inmanente (y que está más acá del sujeto), tal como es la actividad de su propio entendimiento, y otro trascendente, que es la existencia de un Yo superior, en el que se unifica, en última instancia, toda oposición (incluida la que existe entre sujeto y objeto). A este Yo Absoluto se lo considera de carácter divino o como al dios mismo, según el caso. Y es que el idealismo alemán es descendiente del pensamiento del filósofo Baruch Spinoza, quien consideraba a todas las sustancias (participaciones) de (la) naturaleza divina (aunque en distintos grados), susceptible de descubrimiento y conocimiento racional (es decir, filosófico), pues se halla la naturaleza (divina) en continua manifestación a la razón o conciencia.

Ahora bien, es importante el modo como los idealistas explican esta manifestación en la Historia de esta sustancia divina, Dios, Pensamiento, Espíritu o Yo Autoconciente absoluto e infinito. La manifestación –dicen– es dialéctica, es decir, progresiva y se da a través de opuestos. De esta manera, la historia es considerada como un proceso (el escenario) en y por medio del cuál se despliega (y manifiesta) el Yo-Absoluto (que deviene, y en el Devenir que hace con su devenir).

El proceso de progreso indefinido es racional, esto es, inteligente, no al azar; no permanece oculto al hombre, sino que puede conocerse por medio de la razón (que es cierta participación directa de la Razón Absoluta). La filosofía, en particular, será la encargada, de descubrir y mostrar este despliegue del Espíritu, y ayudar a los hombres a tomar conciencia del mismo, a fin de hacerse cierto uno en el todo, asumiéndose como parte y mero momento del proceso.


[1] Cemento, hormigón, mortero. http://www.wordreference.com/

Precisemos un poco más. Para los idealistas, detrás de la realidad cotidiana que aparece a la conciencia nuestra, se da la gestación, el entretejido imperceptible, de este proceso (de ser y mostrarse el Espíritu Absoluto). El proceso dialéctico, y consta de tres momentos o instancias: el primero es de afirmación (tesis), el otro, el segundo, es de negación (anti-tésis) de aquella tesis, y el tercero es de superación de aquellos opuestos (síntesis). Este progreso (noción que toma el “idealismo” del Romanticismo alemán y que lleva hasta el extremo) se realiza mientras se van dando estas instancias, y de modo inexorable (necesario) e ininterrumpido. Así, la historia, y todo lo que (contingentemente) existe (y se da en ella), es un gran Fenómeno, una manifestación o fenomenología del Espíritu Absoluto divino (Hegel).  


DOCUMENTO CREADO POR PROFESOR CRISTIAN CABEZAS PASSIG - UNIVERSIDAD DE LAS AMERICAS

¿Qué es la Epistemología?

1.- DEFINICIÓN DEL CAMPO DE LA EPISTEMOLOGÍA

La epistemología (del griego, πιστήμη o episteme, "conocimiento"; λόγος o logos,"teoría"), según el diccionario de la Real Academia Española es la doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico. Sin embargo la epistemología es el estudio de la producción y validación del conocimiento científico, que se puede dar por verdades o creencias.
La epistemología se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a su obtención, y los criterios por los cuales se lo justifica o invalida. Es conocida como "la rama mayor de las Ciencias", la Epistemología también es considerada como la ciencia que busca plantear el hecho de si se puede "llegar al verdadero conocimiento".
Muchos autores franceses e ingleses identifican el término "epistemología" con lo que en español se denomina gnoseología o "teoría del conocimiento", rama de la filosofía que se ocupa del conocimiento en general: el ordinario, el filosófico, el científico, etc. De hecho, la palabra inglesa "epistemology" se traduce al español como "gnoseología". Pero aquí consideraremos que la epistemología se restringe al conocimiento científico.
Por otra parte, la epistemología se suele identificar con la filosofía de la ciencia, pero se puede considerar a la filosofía de la ciencia como más amplia que la epistemología. Algunas suposiciones que son discutidas en el marco de la filosofía de la ciencia no son cuestionadas por la epistemología, o bien se considera que no influyen en su objeto de estudio. Por ejemplo, la pregunta metafísica de si existe una realidad objetiva que pueda ser estudiada por la ciencia, o si se trata de una ilusión de los sentidos, es de interés en la filosofía de la ciencia, pero muchos epistemólogos aseveran que sí existe, o bien consideran que su respuesta afirmativa o negativa es indiferente para la existencia de métodos de obtención de conocimiento o de criterios de validación de los mismos.
También se puede diferenciar la epistemología de una tercera disciplina, más restringida que ella: la metodología. El metodólogo no pone en tela de juicio el conocimiento ya aceptado como válido por la comunidad científica, sino que se concentra en la búsqueda de estrategias para ampliar el conocimiento. Por ejemplo, la importancia de la estadística está fuera de discusión para el metodólogo, pues constituye un camino para construir nuevas hipótesis a partir de datos y muestras. En cambio, el epistemólogo a la vez podría cuestionar el valor de esos datos y muestras y de la misma estadística. 
En definitiva entenderemos a la gnoseología como la disciplina que se ocupa del conocimiento en general, o del estudio de la capacidad de conocer de que dispone la especie humana, de su génesis, desarrollo y avances a través de la historia de la filosofía y la humanidad hasta tiempos modernos. Mientras que la epistemología la entenderemos como la disciplina que estudia al conocimiento científico en particular. Mientras que el estudio y la reflexión para señalar y descubrir los criterios supremos y universales de toda verdad y certeza en el conocimiento, será parte del estudio del método de investigación científica.

1.1.- ELEMENTOS DE UNA DEFINICIÓN[1]

Epistemología es una parte de la filosofía que ha recibido –y recibe aún—varias denominaciones, según las preferencias y perspectivas de trabajo sobre la “problemática del conocimiento” de diversos autores de distintas escuelas a lo largo del tiempo; noética, criteriología, lógica mayor, crítica del conocimiento, teoría del conocimiento, teoría de la ciencia, gnoseología, fenomenología o epistemología. Nosotros preferimos “epistemología” (o quizás también “gnoseología”), por su raíz griega.

En efecto, la palabra epistemología proviene del griego “epistéme” (que significaba inteligencia, conocimiento, saber, ciencia, destreza, perica), no designa un conocimiento de mero parecer u opinión –que los griegos llamaban: dóxa--, sino un saber organizado y fundamentado que alguien ha sido capaz de aprender, y en el que ese alguien “es un entendido” (del verbo epistamai, ser “ducho” en un tema o experimentado).

Para los griegos la episteme permite alcanzar sin engaño la vedad, que ellos llamaban “aletheia” (sin sombras=verdad).  Esta palabra proviene del griego lethos, sombras, precedido de un prefijo de negación “a”; así, acceder a la verdad de lo-que-es una determinada cosa, será quitarla de las sombras (a-lethos) en las que se encuentra para el entendimiento.  El verbo griego aletheuin que tiene la misma etimología, significa precisamente “poner de manifiesto” (hacer cognoscible) alguna determinada cosa.

Episteme por otra parte, es también un trabajo de “purificación” del intelecto (de la gnosis: facultad de conocer: pues el desarrollo de un saber organizado y fundamentado, lleva al intelecto a pasar del “caos” en que se encuentra –frente al desorden de los estímulos sensibles que recibe--, al “cosmos” que implica el orden racional (Logo) que en ellos “des-cubre” (se a-sombra) quien lo recibe.

Así entonces, “epistemología” designa el área de la reflexión filosófica que pretende responder a la pregunta: ¿en qué podemos conocer si un conocimiento es verdadero?
La epistemología o la gnoseología (logos o “ciencia” sobre la epistéme o sobre la gnosis) trabaja la cuestión del “criterio[2] de verdad” de nuestro conocimiento.

En palabras de Altisen, ya citado, “Estudiar epistemología es importante y también útil para la formación profesional, en cuanto nos da una instrumentación que nos permite ver “claramente” (con certeza, con objetividad, con seguridad de criterio) lo que tenemos delante: la realidad en general o nuestro objeto de estudio en particular.

En la vida profesional hay que pensar… y pensar no es otra cosa que procurar entender.  Por su parte “en-tender” equivale a “ex-tender” nuestra capacidad de comprensión de la realidad… Comprender es asir el sentido de las cosas, aprender su dimensión de profundidad, y ver allí que las cosas en sí mismas “son”.
En el pensar ponemos en juego dos cosas:
  • la inteligencia para meterse a leer (legere-in: intus-legere) el orden interior de la realidad, y
  • la razón para argumentar sobre lo leído (conexiones de sentido).

En definitiva –para todo ese trabajo intelectual— un profesional serio, que sea responsable (en cualquier disciplina: la medicina, el derecho, la economía, las comunicaciones, el trabajo social, etc.) debe procurar adquirir una formación suficiente que le permita hacer más plenas las operaciones cognoscitivas propias de su labor.  Y esta búsqueda de “mayor plenitud” se habrá de expresar: primero, en un mejor desempeño personal en su profesión, y segundo, de esa mejora en la calidad “profesional” del trabajo se seguirá un mayor bien para los demás (para la sociedad).”



[1] Claudio Josemaría Altisen: Nacido en la ciudad de Rosario, Rep. Argentina, el 11 de Mayo de 1968; Profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación; Profesor de Teología y Religiones comparadas; Profesor de Psicología; Diseñador Gráfico; Master en Psicoinformática (informática aplicada a la labor educativa y al diseño de guiones para multimedias-educativas orientadas a la educación a distancia); Investigador del Área Educativa del C.E.R.I.R. (Centro de Estudios en Relaciones Internacionales de Rosario / Sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina).
Escritor (ensayista - novelista).

[2] Criterio: Nota distintiva; característica; norma o regla; aquello que sirve para discernir la verdad o falsedad de un juicio.  Son criterios 1) la ausencia de contradicción interna (formalidad). 2) la rectitud del contenido (adecuación).

1.2.- LAS TAREAS O FUNCIONES DE LA EPISTEMOLOGÍA.
La tarea históricamente reconocida de la gnoseología/epistemología es, entonces, averiguar todo lo que sea posible conocer sobre el conocimiento mismo. Es un metaconocimiento. Sin embargo en los tiempos actuales queda en claro que ese conocer sobre el conocimiento se puede dar sobre dos aspectos importantes:
a)     Investigar todo lo que sea posible averiguar sobre el conocimiento de la especie humana en general, es decir, cómo, qué y cuánto puede conocer el ser humano (una tarea tanto de la filosofía como de la biología del cerebro, las neurociencias), a esta actividad le daremos el nombre de gnoseología, y,
b)    Investigar todo lo relativo a cómo se hace posible el conocimiento científico, lo que llamaremos epistemología propiamente tal. Es decir, la epistemología se ocupa de vigilar la rigurosidad de los procesos (científicos) con que sistemáticamente se obtiene conocimiento verdadero acerca del mundo, de la naturaleza, el ser humano y el cosmos; abandonando toda forma de espontaneidad, falta de rigor y seriedad en la búsqueda del conocimiento.
c)     Además, al conocimiento científico hay que verlo dividido en dos grandes campos modernos:
I)       el conocimiento de las ciencias físicas y naturales, y
II)      el conocimiento de las ciencias humanas y/o sociales.
Según Guillermo Briones, la epistemología se define como el análisis del conocimiento científico.  Agregando que en términos más específicos esta disciplina analiza los supuestos filosóficos de las ciencias, su objeto de estudio, los valores implicados en la creación del conocimiento, la estructura lógica de sus teorías, los métodos empleados en la investigación y en la explicación o interpretación de sus resultados y la confirmabilidad y refutabilidad de sus teorías.
Briones agrega que los epistemólogos de las ciencias sociales en particular, se han referido a cinco problemas principales que afecta a estas ciencias:
Ontológicos:
1)     Los supuestos ontológicos y gnoseológicos de las ciencias sociales. Aquí se encuentran discusiones como: Debemos investigar solamente aquello que percibimos con los sentidos, o podemos y debemos incluir otros elementos no objetivos, como las ideas, lo que se comprende, etc. (la discusión entre el empiricismo, el racionalismo y el idealismo); cómo debe darse la relación entre el objeto estudiado y el sujeto que investiga, o bien, no debería haber separación entre sujeto y objeto. Si existe una realidad única, independiente del investigador, o si la realidad es un fenómeno construido y por lo tanto tan variado como el número de grupos humanos observando una realidad. Actualmente se discute si los fenómenos pueden ser investigados aislados del resto del mundo o si deben ser vistos como sistemas complejos.
2)     El objeto de estudio propio de estas ciencias.  Este problema ha oscilado entre el estudio de la sociedad global (es decir, estudiar el sistema social en su totalidad y debe utilizarse, por lo tanto un enfoque macrosocial en la producción de macroteorías de la sociedad) versus el estudio del pequeños grupos, es decir, que el objeto propio de las ciencia sociales debe ser el análisis de los pequeños grupos del tal modo que el investigador pueda conocer directamente, experiencialmente, el funcionamiento de esos grupos empleando un enfoque microsocial.
Metodológicos:
3)     La naturaleza de conocimiento a obtener por la investigación científica. Aquí la dicotomía se presente en la elección de un enfoque cuantitativo, por un lado o un enfoque cualitativo, por otro. El enfoque cuantitativo buscará la medición de los fenómenos sociales, en particular, la medición individual de propiedades que se dan en esos objetos, llamados variables, de tal modo que sea posible la utilización de las técnicas estadísticas del caso.  La alternativa cualitativa por su lado, emplearía un enfoque holístico, o sea, un estudio del objeto tomado en su totalidad para lo cual deberá utilizar técnicas cualitativas adecuadas par ese propósito.
La relación entre las características del objeto investigado y los valores del investigador.  En el fondo del problema se encuentran las siguientes preguntas: ¿Influye o no el investigador en el objeto de investigación que, en la mayoría de los casos, está constituido por personas? En otras palabras, ¿Es posible obtener par la investigación social un conocimiento que no esté perturbado por los valores del 1)     investigador, por sus creencias, preferencias, prejuicios? ¿Existe una ciencia libre de valores? O, finalmente ¿es posible la objetividad en las ciencias sociales?
Epistemológico:
2)     La función final que debe cumplir la investigación científica de acuerdo con el modelo elegido para la construcción de las ciencias sociales.  Las distintas posiciones filosóficas frente a esos problemas ayudan a comprender la diversidad que se ha dado en la construcción de tales ciencias.[1]
Principales problemas en la epistemología:
Demarcación del conocimiento científico de otros tipos de conocimiento (filosófico, religioso, artístico, etc.);
Valor del conocimiento científico dentro de las formas de conocimiento: grado de verdad del saber logrado por las ciencias (validez del conocimiento);
Definición del método de conocimiento propiamente científico; definición de la unidad de las ciencias: el problema de la diferencia entre ciencias naturales y sociales, y por lo tanto entre tipos de métodos de conocimiento.


1.3.- TIPOS DE CONOCIMIENTO

Las formas de conocimiento.

Como ya hemos visto, los seres humanos usamos varias formas de conocimiento, donde cada una de ellas cumple una función y nos permite darle sentido a las cosas de nuestras vidas. Sin embargo ¿cómo separamos un tipo de conocimiento del otro? En este caso, nos basamos en la existencia o ausencia de prueba (argumentos probatorios del conocimiento) para crear una tipología de conocimientos de la vida cotidiana.

El conocimiento cotidiano.

También llamado conocimiento vulgar; es el conocimiento del mundo y de nuestro entorno que la gente usa todos  los días.  Su principal característica es que no requiere ser probado. Ha sido adquirido a lo largo de la existencia de cada persona como resultado de sus vivencias, contacto con el mundo y con otras personas y no como el producto de la experimentación consciente y dirigida para saber si son verdades irrefutables.  Justamente, los “saberes” del  conocimiento cotidiano o vulgar pueden ser dudosos en cuanto a que reflejen realmente la verdad o lo autentico y definitivamente real, pero nadie puede pasarse la vida investigando si cada cosa que cree es absolutamente cierta o no.  En otras palabras, el conocimiento vulgar es dudoso, pero tiene la característica que para las personas es un conocimiento plausible porque nos parece razonable o muy probable porque es ampliamente compartido con otros.

Conocimiento revelado o religioso.

La siguiente forma de conocimiento es la que proviene de la revelación profética.  Desde el punto de vista de la prueba, el conocimiento revelado se niega a la prueba, es decir, no admite buscar pruebas acerca de la deidad en la que se cree.  Básicamente, es una falta de respeto con el sacerdote o el pastor, preguntarle por pruebas sobre la existencia de Dios, se conoce por fe. Es el conocimiento adquirido a través de las tradiciones y los libros sagrados, los que a su vez provienen de la revelación divina o del mundo de Dios o de los diosesNo admite dudas y no es posible ponerlo a la prueba de métodos basados en las percepciones de nuestros sentidos o de nuestro razonamiento lógico.  Simplemente se cree en ellos por fe.

Conocimiento filosófico.

Es el conocimiento que proviene de la reflexión sistemática y metódica acerca de las verdades últimas de la existencia humana y de todo lo que nos rodea.  Originalmente el conocimiento filosófico abarcaba o comprendía el conocimiento acerca de la naturaleza del mundo y de los seres humanos, pero en la medida que la filosofía y los filósofos fueron descubriendo leyes de la naturaleza, se fueron separando de la filosofía para constituir cuerpos o sistemas de conocimientos independientes como disciplinas autónomas.  Estas pasaron a constituirse en disciplinas científicas separadas del pensamiento filosófico de manera que si bien la filosofía representa la búsqueda del conocimiento verdadero, lo hace respecto de las grandes verdades fundamentales de la vida y del universo a través de la reflexión metódica y sistemática, mientras que el conocimiento científico se refiere a aspectos más concretos. El conocimiento filosófico esta permanentemente abierto a la revisión, al mismo tiempo que es frecuente que ofrezca más de una visión del mismo fenómeno en estudio, y contradictorios. Desde el punto de vista de la prueba, el conocimiento filosófico es el primero en ofrecerlas, pero eso si, cada esquema o sistema filosófico debe ofrecer a su vez, su propio esquema de pruebas sobre su verdad, desde dentro mismo del sistema en cuestión.  Es decir, cada sistema filosófico tiene su propia forma de probar su verdad por medio de la lógica filosófica. Cada sistema filosófico tiene su propia lógica, como parte del sistemaEn otras palabras el medio para probar la verdad de un sistema filosófico está contenido dentro del mismo sistema.  Por ello es que hay tantos sistemas filosóficos a lo largo de la historia y cada vez que un pensador quiere corregir lo que cree que son los errores anteriores debe crear su propio sistema filosófico y su propio medio lógico de prueba para su sistema.  Ejemplos son todos los sistemas filosóficos existentes.

El conocimiento científico.

Es el conocimiento considerado como verdadero --o como una verdadera descripción o explicación de la realidad existente-- porque es el producto de lo mejor de los métodos conocidos para la investigación, la reflexión y la experimentación sistemáticas, por una comunidad de científicos. Es una forma de conocimiento abierto a la revisión permanente y a la corrección de lo ya sabido.  Aquí hay una contradicción que suele confundir al estudiante, porque si bien por un lado, como producto de la investigación la reflexión y el descubrimiento, tenemos un conocimiento que consideramos como una verdad cierta, por otro lado, es un conocimiento que esta abierta a la permanente revisión y corrección, de nuevos equipos de investigadores.  En esta contradicción es donde esta su fortaleza, porque permite que se le estén haciendo continuas correcciones y aportes para mejorarlo y hacerlo aún más cierto como reflejo de la realidad.

El conocimiento artístico.

Aunque un poco fuera del campo científico que nos preocupa, es un tipo de conocimiento distinto de los anteriores. Básicamente, el conocimiento artístico se prueba haciendo arteSi alguien dice ser pintor y pinta, sabe, es poseedor del conocimiento artístico, lo mismo para todas las otras artes.  En cambio el que dice conocer mucho de pintura, o escultura, o literatura, pero no es capaz de pintar un cuadro, realizar una escultura, o escribir una novela, no tiene conocimiento artístico, probablemente tiene conocimiento científico sobre esos campos del saber, pero no es un artista. 


[1] Guillermo Briones, Filosofía y teorías de las ciencias sociales, con reordenamiento de texto. Págs. 9-10.


DOCUMENTO CREADO POR PROFESOR CRISTIAN CABEZAS PASSIG - UNIVERSIDAD DE LAS AMERICAS